domingo, 17 de julio de 2022

Historia de un naufragio y de la fuerza del grupo

 Un fin de semana en pleno invierno, andábamos Jose Manuel y yo desayunando en el Hostal Dios está Bien, J.M se había venido a disfrutar de La Templanza fuera de temporada y a pasar un par de noches durmiendo en el peor sofá del mundo ( Ahora ya tenemos un sofá mejor) . 
El fin de semana se planteaba emocionante, buenos planes aunque hacía mal tiempo. 

De repente apareció Paul por allí muy nervioso, dirigiéndose a mi nada más verme empieza diciendo.

-- Hola chicos me preguntaba si podrías ayudarme. Mi barco ha sido arrastrado por la olas y se ha  encallado en la arena. Se va a romper todo si no lo consigo sacar, pero yo solo no puedo y estoy buscando gente. 

-- ¡Claro Paul! Te ayudamos enseguida, ya estábamos terminando de desayunar.

-- ¡Gracias de verdad! vuelvo al barco y les espero.

J.M no podía creerse la suerte que teníamos, una aventura así de la nada, al más puro estilo de Jack London. 

Nos pusimos el bañador y con una voluntad inquebrantable nos metimos al agua ayudar.

Entre los tres intentaríamos sacar el barco a flote. 

Empezamos empujando, estirando, balanceándolo, no había manera, no teníamos suficiente fuerza. Una hora de esfuerzos vanos y mucha adrenalina. Paul estaba desesperado la quilla podía  romperse en cualquier momento. 

-- Paul, es imposible que lo movamos no tenemos suficiente fuerza. 

No se podía hacer más, el barco se rompería en cualquier momento,  tres hombres fuertes no podían con todo ese peso. Pero Paul estaba luchando por un bien muy preciado. 

De repente un nuevo compañero apareció en la playa, un surfero con traje de neopreno, un Tritón enviado por el mismo Poseidón para reanimar nuestro empeño. 4 hombres y un barco encallado, una nueva esperanza, una nueva estrategia. 

Decidimos atar una cuerda al mástil para inclinar el barco y arrastrarlo sobre la borda. El plan podía funcionar, pero llevábamos demasiado tiempo en el agua fría, y las fuerzas estaban menguadas. J.M y yo estábamos a punto de pillar una hipotermia, Paul que es Sueco, estaba como un vikingo, un berserquer fuera de sí mismo, ajeno al dolor y a la temperatura del agua. 

Lo arrastramos unos  diez metros, pero era imposible, las olas lo volvían a enviar hacia la orilla. 





-- ¡Es imposible Paul! ¡Solos no podemos! Hay que dejárselo a las olas y probar más tarde cuando mejore el tiempo. Hagamos  un llamamiento para juntar más gente. 

Desde el móvil de Paul, entré al Foro Activo, en facebook, colgamos la foto del barco y de los muchachos, y lanzamos la llamada de socorro. 

(Hemos encallado, si alguien puede venir a ayudar, esta tarde a las 18:00 que acuda a la playa)

Y así es como con unas cuantas  personas más pudieron sacar al barco y el Maria Cecila volvió a navegar. 

Hace poco hemos disfrutado de una travesía Benicarló-Peñíscola, el barco sigue  bien y Paul nos contó una historia de porqué le puso ese nombre. María Cecilia. Pero esa es una historia que debe contaros él mismo.

Gracias a esos héroes anónimos que se lanzan al mar para ayudar al que lo necesita, aquí también se puede, los humanos somos solidarios.


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